La gratitud es una pausa necesaria en medio del ritmo acelerado de la vida. Nos ayuda a reconocer lo que ya nos sostiene, a suavizar la mente y a conectar con lo que sí funciona, incluso en días difíciles; practicarla no requiere grandes gestos, basta con reconocer una acción propia que te ayudó a avanzar, un límite que pusiste a tiempo o notar un detalle amable. Por eso, darle un espacio consciente se convierte en una forma sencilla de nutrirnos y recordar que siempre hay algo que merece ser visto con cariño.
Imagen


