La autoestima es una semilla de esperanza que, al cuidarla, nos ayuda a florecer. Cuando aprendemos a mirarnos con cariño y a reconocer y confiar en nuestro propio valor, encontramos la fuerza para seguir adelante y la certeza de que siempre podemos volver a empezar. Por eso, cultivar una autoestima sana no significa ser perfectos, sino confiar en que somos suficientes tal y como somos, y que cada paso hacia el autocuidado es también un paso hacia una vida con sentido.
Imagen
