El mundo es de diferentes colores y estos pintan nuestra vida, por eso, un niño, niña, adolescente o adulto con Síndrome de Down, son arcoíris que hacen nuestra vida diferente; llenos de luz, alegría e inocencia, que hacen que veamos el mundo sin barreras. Aceptar la diversidad es aceptar con amor las habilidades del otro.
Si conoces una persona o familia que tenga un integrante con Síndrome de Down y se presentan inquietudes para el manejo a nivel familiar, educativo o social, pueden contactarse con nosotros, estamos dispuestos a escucharlos y orientarlos.